Una de las maneras más comunes de conocer plantas nuevas es mirando libros o, en el mejor de los casos, visitando jardines. Hasta aquí todo bien, especialmente si prestamos atención (leemos o preguntamos), a todos los aspectos que nos interesan y que son importantes a tener en cuenta: necesidades en cuanto a sol, suelo y riego, tiempo de floración, cuidados básicos, etc. etc.
A partir de ese momento en que decidimos incluir esa planta en nuestro jardín, empieza un largo proceso que deberá durar al menos un año. Este será el mínimo tiempo necesario para poder estudiar esa planta durante todas las estaciones. Es durante ese período que podremos evaluar cómo crece, cuánto tiempo florece, si necesita ser tutorada, si es susceptible a enfermedades o plagas, cómo pasa el invierno, como es el rebrote en la primavera, si es invasora o si tiene crecimiento débil.
Es muy fácil enamorarse de un jardín en la primavera, pero lo importante es estudiarlo a lo largo de todas las estaciones. |
Mi jardín es, además de un espacio para disfrutar en familia, mi hoja de práctica. Aquí pruebo plantas nuevas y sus combinaciones, las voy estudiando a lo largo de todo el año y hago diferentes prácticas para evaluar como es su mejor respuesta. Todo esto lleva al menos dos años de estudio. Recién después de ese período puedo hacer una evaluación más completa y decidir si voy a usar en otros jardines esas plantas o si al menos las puedo recomendar.
Desde que vi la Echinacea purpurea quise tenerla en mi jardín. Luego de intentar hacerla de semilla durante varios sin éxito, le compré unas plantas a mi amiga Chola, siguiendo su consejo, y a partir de ese momento se quedó en mi jardín para siempre. Cada año se resiembra sola por diferentes lugares y la voy trasplantando a nuevas ubicaciones. Aprendí de esa experiencia, después de leer también en distintos sitios, que la semillas necesitaban varias horas de frío (estratificación) para despertarlas y ayudarlas a germinar. Cuando la planta está en el jardín, ese proceso ocurre naturalmente ya que al estar a la intemperie las heladas le otorgan ese frío tan necesario. Si leyéramos bien las indicaciones en los sobres tal vez tendríamos menos frustraciones.... De cualquier manera, siempre se aprende algo nuevo, y eso es bueno.
Después de estudiarlas un par de años (o más...) decidí incorporar las echinaceas al cantero principal.
Otra de las nuevas incorporaciones al cantero ha sido el Echinops ritro. Luego de verlo en fotos y jardines, pero siempre temerosa en relación a su adaptación al suelo de mi jardín, decidí plantarlo y evaluarlo in situ. La floración ocurre en el verano, cuando muchas plantas han terminado su primera floración, lo cual le agrega interés al cantero. Sus pelotas azules son muy llamativas. Ahora veremos cómo resiste el otoño húmedo de Buenos Aires y si rebrota bien la próxima primavera.
Con la Monarda dydima, mi historia es antigua. La tuve plantada en mi primer cantero en nuestro jardín hace 25 años en una versión roja, pero por alguna razón la había perdido, este año (gracias a algunas plantas que me regalaron y que fui dividiendo), logré tener buenas matas en el cantero. Además de ser muy linda, atrae mucho a la abejas. También he sembrado otras monadas que voy de a poco incorporando en diferentes sectores del jardín.
Las dalias, bulbosas de verano generosas y floríferas, están en mis canteros hace ya muchos años. Esta planta, puede vivir en diferentes tipos de clima (en los muy fríos deben almacenarse sus bulbos /tubérculos en el invierno), prefiriendo siempre los suelos muy bien drenados y el pleno sol. En mi jardin dan una buena floración en la primavera y así siguen hasta el otoño. Hace algunos años que practico la poda en el verano (les saco un tercio desde arriba) para tener mejores floraciones en el otoño. Necesitan ser tutoradas y he aprendido a lo largo de todos estos años, que se cruzan espontáneamente y se resiembran solas por el cantero, dando origen a nuevas variedades cada año.
Las plantaciones "estilo pradera" son maravillosas, pero requieren de mucha atención, además de una aceptación de que en el invierno, esa pradera florida y suelta probablemente se vea despojada y no tan prolija. Además de la rigurosidad y atención para su cuidado, deberá incorporase la idea del paso de las estaciones con todo lo que eso implica.
Desmalezar, podar, dividir....y volver a empezar. Disfrutar el paso de cada estación, atraer vida silvestre y hacer intervenciones de manera que pueda controlarse la naturaleza pero sin excederse, así ella también pone su firma en ese lugar.
Hay especies que pueden tornarse invasoras, por lo tanto requerirán de mayor atención, para no permitir de que ocupen todo el lugar. Allí deberemos estar más atentos cuidando de no se resiembren por todos lados, o que si lo hacen, deberemos arrancarlas bien de raíz (aunque duela). Tal es el caso del Ammi majus (izquierda) y del Teucrium hircanicum (derecha).
Este es un oficio que nunca se termina de aprender, y qué mejor que el propio jardín para estudiar, disfrutar y divertirse.
Buen año y ojalá sea hasta pronto!